y los libros hablaban y hablaban
pero Dios iba diciendo
pronto se acabará el mundo

Leopoldo Panero

17 noviembre, 2008

De cómo no quisimos coger un avión y ¡voto a bríos! que no volveremos a coger un tren



























¡Cucutrás!

Resulta increíble la cantidad de cosas que pueden ocurrir entre cinco días y cuatro trenes...

Cinco días que han sido como cinco vidas: jam session de poesía adolescente, cócteles, más cócteles, bares rocabili, pies doloridos, muchos pieses doloridos, librerías y libros, Rembrandt y esculturas grecoromanas divinas (que pa' mí las quisiera), gente insoportable en los trenes, gente encantadora en los bares, mostales psicodélicos (nave espacial incluída), dificultades logísticas con la comida asiática, chalecos de piel de serpiente y ex-brokers que cuentan chistes malos... Patologías freudianas con galicia y los gallegos, pastís, Jordi -ese gran Jordi-, restaurantes que parecen malos y son peores, caminar aunque mucho taxi, restaurantes que parecían buenos y eran mejores, mucho tren con arcoiris llevaderos...

Pero sobre todo Sigur y su concierto. Ros y la magia. Días intensos, para nada extraños que rememoran un anterior noviembre -mejorándolo- y que nos acercan al gran próximo acontecimiento mundial (no, no es ninguna otra reunión de G-20 con invitados) me refiero otro desastre, en este caso Manifiesto. Guiño, guiño.



Tal vez más información y referencias en ulteriores entradas.

Suscriben: Lánguida y Maldito Islandeses.

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