y los libros hablaban y hablaban
pero Dios iba diciendo
pronto se acabará el mundo

Leopoldo Panero

27 mayo, 2008

El paraíso de los sombreros

La estética, la moda y la sociedad forman un todo imbricado en el cual, casi nunca, resulta posible delimitar épocas, tendencias y movimientos. Nos movemos en la tiranía del primavera/verano y del otoño/invierno. Se nos aborrega con obligaciones irrenunciables: ahora pitillos, ahora pantalones de campana, ora camisas con chorreras, ora transparencias. ¡A la mierda!

¿Dónde están los sombreros? ¿Las capas? ¿Los trajes de tres piezas? ¿Alguien permite una partida de póker sin un chaleco y una camisa blanca? ¿Se puede beber un whisky con una gorra en la cabeza? Quizás sí, pero tan sólo ese sucedáneo bastardo llamado Bourbon.

Me encomiendo a Dean Martin, a Morrissey, a Mr. Wilde y al gran Bogart.

Los que tengan el don innato de la elegancia, loados sean. Para el resto, el rechinar de dientes. El luchar por estirar el cuello y respirar más allá de este marasmo anodino y patético de P&B, H&M y putas mierdas varias.

Apuro mi copa, estrujo mi cigarro contra el cenicero y, airado, demuestro mi desprecio con un efectivo -y efectista- pañuelo negro al viento. Si es necesario, iré desnudo. Pero no dejaré que me vistan ignominiosos seres, movidos por Dios sabe qué motivaciones antiestéticas y pro pensamiento único.

Abracémonos pues, estas señales -indudablemente- anteceden el Apocalipsis.

Suscribe: Maldito Indignado.

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